Cuando miramos sin observar (primera parte)

Ilusión óptica. Lo que veo según lo que miro

Últimamente me viene la acción recurrente de observar. Puede parecer una obviedad, ya que la capacidad de mirar la tenemos desde el nacimiento, pero la capacidad de observar  en mi caso no sé si la ejercito lo suficiente, o tanto como me gustaría.

Cuando miras el cerebro trata de «ahorrarte» trabajo y así, de un vistazo, puedes reconocer objetos, palabras… lo que no ves el cerebro se lo inventa, y así rellena los huecos que la vista no ha cubierto. Es tanta la información que nos llega desde los ojos que si nuestro cerebro no filtrase quizá no seríamos capaces de orientarnos, fijar la atención en algo… Se han dado casos de personas que han recobrado la vista ya de adultos, en las que el cerebro no se había ejercitado en ese inventar y en ese filtrar, y que, por lo tanto, no podían procesar tanta información, por lo que el sentido de la vista se les volvía prácticamente inútil.

Ahora, el observar consciente, en el que no te inventas nada, en el que no presupones nada, te puede acercar a la esencia de las cosas, e incluso te podría ayudar en tus relaciones personales (al no presuponer nada del otro, al no poner nada tuyo encima de los demás).

Esto puede resultar especialmente importante cuando se trabaja con personas todos los días, cuando quizá sea fácil clasificar comportamientos, actitudes… si se es capaz de observar sin poner carga te podrías ahorrar situaciones desagradables e injustas para el otro (y para tí).

Este observar consciente lo veo totalmente aplicado el primero de los ejercicios preliminares de Rudolf Steiner, que trabaja el control del pensamiento. Este ejercicio se realiza de la siguiente manera:

Se escoge un objeto sencillo (una cucharilla, un clip, un peine…), preferiblemente objetos realizados por el ser humano, más que objetos naturales. Se trata de olvidarse de los pensamientos cotidianos ordinarios y dirigir la atención hacia el objeto escogido durante cinco minutos. Durante este tiempo nuestros pensamientos se dirigen al objeto de forma objetiva (valga la redundancia), conectando pensamientos entre sí pero desechando aquéllos que suponen una carga personal sobre el objeto. Por ejemplo, si escogemos un vaso: y describimos: «está hecho en cristal, tiene esta forma, se usa para esto… » pero de repente pensamos «como el vaso ese que me gusta tanto…» estamos poniendo una carga persona sobre él, y la desechamos.

No es necesario tener el objeto delante, quizá al principio ayuda, pero después se podrá realizar sin él delante, valiéndonos de su representación mental. Lo importante del ejercicio no es al final tanto la observación como la ejercitación del estar activo en el pensamiento de modo que se aumente nuestra habilidad para pensar y dirigir los pensamientos.

Tras un tiempo describiendo, puede ser que se llegue a meditar sobre la esencia del objeto seleccionado. 

Yo de momento no logro ponerme con continuidad a realizar el ejercicio, lo que me da qué pensar en otras cosas de mi cotidianeidad, pero parece que cuando lo llevas haciendo un tiempo te llega un sentimiento de firmeza y seguridad que puedes llevar hacia la cabeza y la médula espinal. 

Al compartir esta experiencia con otras personas que se están ejercitando en el control del pensamiento, me sorprendió el comentario de una compañera, profesora de secundaria, que lo había empezado a utilizar durante sus clases. Afirmaba que cuando realizaba la técnica con sus alumnos se sentía más segura, y podía estar más a gusto en el aula.

4 comentarios en “Cuando miramos sin observar (primera parte)

  1. Si, si… tema muuuuy interesante, y quizas una de las claves de la vida, y un tema tan sutil y ramificado que se puede llevar tantos lugares diferentes….
    Desde mi punto de vista y experiencia, no hay posibilidad de controlar los pensamientos, ni tampoco de eliminarlos, ni tampoco de crearlos. La unica herramienta es “verlos”. No con el pensamiento, ni los ojos, sino con otra cosa, que no “ve”, pero que se da cuenta. Se da cuenta y comprende, sin palabras, pero comprende de forma profunda, sin ver. Comprender en este caso es el “ver”, el presenciar en directo que lo que pasa tiene una capa “vertical” como una cebolla. Y la vida es vertical.
    Esa comprension permite crear “espacio” alrededor de las vivencias, y ese espacio es fuente de energia y de belleza, y a veces, de tranquilidad.
    Pero OJO, con el controlar los pensamiento, que no siempre es malo, pero que NO es lo que nos dará espacio para “ver”. No hace falta “nada” para ver, porque siempre estan pasando muchisimas cosas, estemos donde estemos. Los ejercicios que propone steiner son muy buenos para empezar a ver. Para darnos cuenta de lo que hacemos con la vida, como interpretamos, etc.
    Pero en general, yo diria que cualquier lucha se pierde, con los pensamientos, porque la lucha da energia a los pensamientos y se generan mas. Es como tratar de calmar las ondas de un lago en el que ha caido una piedra (pensamiento) tirando mas piedras, que por muy pequennas que sea o alejadas, van a producir ondas…
    Apasionante tema.. jejeje.

    • Uy si! muy de acuerdo en muchos aspectos, pero en relación al control del pensamiento veo como varias dimensiones. Una dimensión que se basa en lo que vemos, escuchamos… que filtramos en nuestro cerebro por nuestras experiencias previas, y que nos impide a veces las cosas más claras, sin sobrecargas personales. Y otra dimensión es ese pensamiento que no se puede controlar, o que es preferible dejar ondeando en el lago…
      ¡Gracias por la reflexión!

  2. 1aprender a ver. 2 ver en las cosas los sentidos.3 ver en los sentidos la conciencia,4 ver en la conciencia la memoria,5 ver en la memoria el encadenamiento, 6 ver en el encadenamiemto lo permanente..estos pasos ya los hablaremos. enhorabuena

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